El Camino de las Sombras by Brent Weeks

El Camino de las Sombras by Brent Weeks

autor:Brent Weeks [Weeks, Brent]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788401337628
publicado: 2011-05-16T16:00:00+00:00


Capítulo 39

Había guardias en todas las escaleras. Eso no era buena noticia. Kylar se había abierto paso con disimulo entre la fiesta, intentando parecer tan corriente que nadie se molestara en mirarlo dos veces, pero no era fácil. Y mucho menos si al mismo tiempo debía andarse con cien ojos por si aparecía Hu Patíbulo, quien probablemente estaría haciendo lo mismo. Si Hu lo veía, perdería su única ventaja.

Llegó hasta el porche de atrás. En circunstancias normales, lo habría evitado, porque estaba lleno de parejas. Si algo garantizaba a uno sentirse solo, era ver a otra gente besándose con pasión en un mirador a la luz de la luna.

En esa ocasión, sin embargo, lo que Kylar buscaba era una manera de llegar al primer piso. Justo encima del porche había un balcón; si imaginaba la manera, podría encaramarse a él lo bastante rápido para que nadie lo viese. Por supuesto, una vez en el piso de arriba, aún le quedaría encontrar el ka'kari, pero apostaba por mirar primero en la habitación de la duquesa. A la gente le gustaba guardar cerca sus joyas favoritas.

La pared no tenía emparrado. Quizá podría usar la barandilla para saltar hacia arriba, coger impulso rebotando en la pared y agarrarse al balcón, que estaba a unos cuatro metros y medio. Probablemente podría, pero tendría que conseguirlo a la primera. Si caía, todos oirían el ruido cuando aterrizase sobre los rosales de debajo.

«Sigue siendo mejor que quedarse aquí como un pasmarote.» Respiró hondo.

—¿Kylar? —Era una voz de mujer—. Kylar, hola. ¿Qué haces aquí?

Se volvió con expresión de culpabilidad.

—¡Serah! Hola. —Daba la impresión de que la chica se había pasado el día entero arreglándose para la fiesta. Su vestido era de corte recatado, pero clásico, bello y, obviamente, mucho más caro de lo que el conde Drake podía permitirse—. Caramba, Serah. Ese vestido...

Ella sonrió, radiante, pero solo un momento.

—Me lo regaló la madre de Logan.

Kylar se volvió y apoyó las manos en la barandilla. Al otro lado del río, tras las altas murallas, las torres del castillo resplandecían a la luz de la luna, tan cercanas e inalcanzables como la propia Serah. La chica se acercó y se puso a su lado.

—¿Sabes que Logan va a...? —preguntó ella.

—Lo sé.

Serah puso una mano sobre la suya. Kylar se volvió y se miraron a los ojos.

—Estoy tan confusa, Kylar. Quiero decirle que sí. Creo que le amo. Pero también...

Kylar la agarró bruscamente entre sus brazos, con una mano en su espalda y otra en la nuca. La acercó a él y la besó. Por un momento, ella se quedó paralizada. Después correspondió al beso.

A lo lejos, como si fuese al otro lado del río, en algún punto del castillo, oyó un portazo. Pero estaba tan lejos que no tendría ninguna importancia. Entonces notó que Serah se ponía rígida entre sus brazos y se apartaba.

Una mano se posó en su hombro, con poca delicadeza.

—¡Qué diablos estás haciendo! —gritó Logan, mientras le hacía girarse.

Asomaron las cabezas desde todos los rincones y el porche quedó en silencio.



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